INTRODUCCIÓN - La Clave Mayor Del Rey Salomón

INTRODUCCIÓN

Del manuscrito Add. 10 862, La Clave de Salomón,• traducida al latín del idioma hebreo

—Atesora ¡ oh hijo mío Roboam! la sabiduría de mis palabras, viendo que yo, Salomón, la he recibido del Señor.

Entonces contestó Roboam y dijo: ¿ Cómo he merecido seguir en tales cosas el ejemplo de mi padre Salomón, quien ha sido encontrado digno de recibir el conocimiento de todas las cosas vivientes por (las enseñanzas de ) un ángel de Dios?

—. Y Salomón dijo: —

Escucha ¡ oh hijo mío! y recibe mis enseñanzas, y aprende las maravillas de Dios. Pues, cierta noche, cuando me acostaba a dormir, invoque el mas santo nombre de Dios, Iah, y rogué por la sabiduría inefable, y cuando empezaba a cerrar los ojos, el ángel del Señor, el mismo Homadiel, aparecio ante mi, me habló muchas cosas cortesmente, y dijo “Escucha,

Salomon’ la oración ante el Altísimo no es en vano, y como tu no has pedido larga vidá ni grandes riquezas, ni las almas de tus enemigos sino sabiduria para impartir justicia, esto dijo el Señor De  acuerdo con tu palabra, te he dado un corazón sabio y comprensivo, de tal manera que antes de ti no hubo ninguno igual, ni surgirá uno igual en lo futuro»”.

—Y cuando comprendi el discurso dirigido a mi, entendí que en mí estaba el conocimiento de todas las criaturas, tanto de las cosas que están en los cielos como de las cosas que están bajo ellos, y vi que todas las escrituras y la sabiduría de esta edad presente eran vanas y fútiles, y que ningún hombre era perfecto. Y compuse cierta obra en la que refiero el secreto de los secretos, y en la que los he preservado ocultos, y también he ocultado en ella todos los secretos de las artes mágicas de muchos maestros; y principalmente todos los secretos y experimentos de estas ciencias que de una forma u otra son dignos de realizarse. También los he escrito en esta Clave, para que de la misma manera que una llave abre el cofre de un tesoro, de la misma manera esta (Clave) sola pueda abrir el conocimiento y entendimiento de las artes mágicas y de las ciencias.

—Por esto, ¡ oh hijo mío! puedes ver cada experimento mío o de los demás, y que todas las cosas sean apropiadamente preparadas para ellos, como puedes ver todo preparado adecuadamente por mí, tanto día como noche, con todas las cosas necesarias; ya que sin esto sólo habrá falsedad y vanidad en este mi trabajo; donde se ocultan todos los secretos y misterios que pueden realizarse; y lo que está (puesto) de acuerdo a una sola adivinación o experimento, lo mismo pienso yo, para todas las cosas concernientes al universo, y que han sido y que serán en tiempo futuro.

—Por lo tanto, ¡ oh hijo mío Roboam! te ordeno, por la bendición que esperas de tu padre, que hagas un cofre de marfil y en él pongas, guardes y escondas esta mi Clave, y cuando yó haya pasado a reunirme con mis padres, te ruego lo pongas en mi sepulcro, sobre mí, para que en otro tiempo no pueda caer en manos de los malvados---.

Y como lo ordenó Salomón, así fue hecho.

Y cuando, por lo mismo, (los hombres) habían esperado mucho tiempo, vinieron al sepulcro ciertos filósofos de Babilonia, y cuando se hubieron reunido formaron consejo y decidieron que un cierto número de hombres renovaran el sepulcro en su honor (de Salomón), y cuando el sepulcro se excavó y fue reparado, fue descubierto el cofre de marfil, y que dentro de él estaba la Clave de los Secretos, la cual tomaron con mente regocijada, y cuando la abrieron ninguno de ellos pudo entenderla, por la oscuridad de las palabras y su disposición oculta, y el carácter encubierto del sentido y el conocimiento, ya que no eran merecedores de poseer ese tesoro.

Por esto, con el tiempo surgió uno entre los hombres más digno (que los otros) tanto a la vista de los dioses como por razón de su edad, que fue llamado lohé Grevis, 1 y dijo a los demás: “A menos que vengamos y pidamos la interpretación al Señor, con lágrimas y ruegos, nunca llegaremos al conocimiento de esto”. Luego, cuando todos ellos se habían retirado a dormir, lohé, cayendo de cara a la tierra, comenzó a llorar, y golpeando su pecho, dijo:

¿ Qué he merecido (sobre los demás), viendo que tantos hombres no pueden interpretar ni entender este conocimiento, aun cuando no hubiera algo secreto en la naturaleza que el Señor hubiera ocultado de mí? ¿ Por qué son estas palabras tan oscuras? ¿ Por qué soy tan ignorante?” Y luego, sobre Eus rodillas dobladas, levantando las manos al cielo, dijo:

“¡ Oh Dios, el creador de todo, tú que sabes todas las cosas, que diste tan grande sabiduría á Salomón, el hijo del rey David, concédeme, te suplico, oh Santo Omnipotente e  inefable Padre, el recibir la virtud y la sabiduría, para que con tu ayuda sea merecedor de alcanzar el entendimiento de esta Clave de Secretos!”

E inmediatamente apareció ante mí 2 el ángel del Señor diciendo: “Recuerda que si los secretos de Salomón aparecen ocultos y oscuros para ti, es porque el Señor lo ha deseado así, para que tal sabiduría no caiga en manos de los malvados; por lo tanto, ¿juras ante mí que no estás deseando que tal sabiduría llegue nunca a cualquier criatura viviente, y que si la revelas a los demás les harás saber que deben guardarla para ellos mismos, pues de otra manera los secretos son profanados y no pueden tener ningún efecto?”

E lohé contestó: “Juro ante ti que no las revelaré, excepto para el honor del Señor, y con mucha disciplina, a (personas) penitentes, creyentes y discretas”.

• Entonces contestó el ángel: “Ve y lee la Clave, y las palabras que eran oscuras se manifestarán ante ti”.

Después de esto el ángel ascendió a los cielos en una lengua de fuego. Entonces lohé estuvo contento, y trabajando con mente clara, entendió lo que el ángel del Señor le había dicho; y vio que la Clave de Salomón había cambiado, de tal manera que apareció clara ante él en todas sus partes. E lohé entendió que esta obra podía caer en manos de ignorantes, y dijo:

“Conjuro a aquel en cuyas manos este secreto pudiera caer, por el poder del creador y su sabiduría, que en todas las cosas que pueda desear, intentar y realizar, que este tesoro no caiga en manos de una (persona) indigna, ni la manifestará a un ignorante, ni a uno que no tenga temor de Dios, y que si lo hace de otra manera, ruego a Dios que nunca logre el fin deseado”. Y de esta manera él depositó la Clave, que Salomón había preservado, en el cofre de marfil. Pero las palabras de la Clave son como siguen, divididas en dos libros, y presentadas en orden.

INTRODUCCIÓN

Del Manuscrito Lansdowne 1203, Las Verdaderas Clavículas de Salomón traducidas del hebreo a la lengua latina por Rabí Abognazar

¡ Oh, hijo mío Roboam! viendo que entre todas las ciencias no hay ninguna más útil que el conocimiento de los movimientos celestes, he pensado que es mi deber, estando cerca de la muerte, dejarte una herencia más preciosa que todas las riquezas que yo he atesorado. Y para que entiendas cómo he llegado a este grado (de sabiduría) es necesario decirte que un día, cuando estaba meditando sobre el poder del Ser Supremo, el ángel del gran Dios apareció delante de mí, mientras estaba yo diciendo.

“¡ Oh, qué maravillosas son las obras de Dios!” y repentinamente vi, al final de la espesa sombra de los árboles, que tenía a la vista, una luz en forma de una estrella llameante, que me dijo con voz de trueno:
   “Salomón, Salomón, no desmayes, el Señor desea satisfacer tu deseo, dándote el conocimiento de
aquello que más te plazca. Te ordeno le pidas lo que desees”. Luego de recobrarme de mi sorpresa le contesté al ángel que, de acuerdo con la voluntad del Señor, sólo deseaba el don de la sabiduría, y, por la gracia de Dios, obtuve en adición el disfrutar de todos los tesoros celestiales y el conocimiento de todas las cosas naturales. Es por estos medios, hijo mío, que poseo todas las virtudes y riquezas de las que me ves ahora disfrutando, y para que nazca en ti el deseo de estar atento a todo lo que estoy a punto de decirte, y puedas retener con cuidado todo lo que te voy a decir, te aseguro que las gracias del gran Dios te serán familiares, y que las criaturas celestes y terrestres te obedecerán con una ciencia que sólo funciona por la fuerza y poder de las cosas naturales y de los ángeles que las gobiernan, de los cuales te dará los nombres en orden, más tarde sus ejercicios y oficios particulares a los que están destinados, junto con los días sobre los cuales presiden especialmente, para que puedas llegar a un dominio de todo lo que encontrarás en este mi testamento; en todo lo cual te prometo éxito, a condición de que todas tus obras tiendan solamente a la honra de Dios, que me ha dado el poder para gobernar no sólo sobre las cosas terrestres, sino también celestiales, es decir, sobre los ángeles, de los que puedo disponer de acuerdo con mi voluntad, y obtener de ellos servicios muy considerables. Primeramente, es necesario para ti entender que Dios, habiendo creado todas las cosas, de modo que estén sometidas a él, ha deseado llevar sus obras a la perfección, haciendo una que participara de lo divino y de lo terrestre, es decir, el hombre, cuyo cuerpo es tosco y terrestre mientras su alma es espiritual y celestial, a quien ha sometido la tierra completa y sus habitantes, y le ha dado medios por los que puede convertir a los ángeles en sus familiares, como llamo yo a esas criaturas celestiales que están destinadas: algunas a regular el movimiento de las estrellas, otras a habitar los elementos, otras a ayudar y dirigir a los hombres, y otras, de nuevo, a cantar continuamente las glorias de Dios. Tú puedes, entonces, por el uso de sus sellos y signos, volverlos familiares a ti, siempre que no abuses de este privilegio pidiéndoles hacer cosas contrarias a su naturaleza; porque es maldito quien toma el nombre de Dios en vano, y quien emplee para propósitos malignos el conocimiento y lo bueno con que él nos ha enriquecido. Te ordeno, hijo mío, que grabes cuidadosamente en tu memoria todo lo que te digo para que nunca te abandone.

Si no intentas usar para un buen propósito los secretos que aquí te enseño, te ordeno que mejor arrojes mi testamento al fuego a que abuses del poder que tendrás de mandar a los espíritus, porque te prevengo que los ángeles benéficos, hastiados y fatigados por tus demandas ilícitas, ejecutarán, para tu amargura, los mandamientos de Dios, tanto como contra todos los que, con malas intenciones, abusen de los secretos que ha dado y revelado para mí. No pienses, oh hijo mío, que no se te permitirá ganar con la buena fortuna y felicidad que los espíritus divinos puedan traerte; por el contrario, les proporciona gran placer hacer servicio a los hombres, para quien muchos de estos espíritus tienen gran afinidad e inclinación, habiéndolos destinado Dios para la preservación y guía de las cosas terrenas que están sometidas al poder del hombre.

Hay diferentes tipos de espíritus, de acuerdo con las cosas sobre las que presiden: algunos de ellos gobiernan los Cielos Empíreos, otros el Primum Mobile, otros el Primero y Segundo Cristalino, otros el cielo estrellado; hay también espíritus del cielo de Saturno, a los que yo llamo saturninos, hay jupiterinos, marcianos, solares, venéreos, mercuriales y lunares; hay también (espíritus) en los elementos tanto como en el cielo, hay algunos en la región del fuego, ótros en el aire, otros en el agua, y otros sobre la Tierra, los cuales todos pueden servir al hombre que tenga la buena fortuna de entender su naturaleza. y• saber cómo atraerlos. Aún más, deseo hacerte entender que Dios ha destinado a cada uno de nosotros un espíritu, que nos vigila y tiene cuidado de nuestra preservación; éstos son llamados Genios, que son elementales como nosotros y que están más dispuestos a prestar servicio a aquellos cuya naturaleza está formada por el elemento que estos genios habitan; por ejemplo, si fueras tú de temperamento fogoso, es decir, sanguíneo, el genio sería de la naturaleza del
fuego y estaría sometido al imperio de Bael. Además de esto, hay tiempos especiales reservados para la invocación de estos espíritus, en los días y las horas en que tienen poder
e imperio absolutos. Es por esta razón que verás en las siguientes tablas a qué planeta y a qué ángel cada día y cada hora están sometidos, junto con los colores que les pertenecen,
los metales, hierbas, plantas, animales —acuáticos, aéreos y terrestres— y el incienso que es propio a cada uno de ellos, como también en cuál cuarto del universo deben ser
invocados. Nada está omitido, ni los conjuros, sellos, signos y letras divinas que les pertenecen, por medio de los cuales recibimos el poder para armonizar con estos espíritus.

INTRODUCCIÓN


NOTA DEL EDITOR

ESTAS tablas han sido confrontadas y comparadas con los varios ejemplos tanto de los manuscritos como de los impresos. Deben usarse así: suponiendo que el estudiante desea descubrir las propiedades de la hora de las 12 a la 1 p.m. eñ un martes, vea en la Tabla de las Horas Planetarias y habiendo encontrado la hora marcada 1 en la columna titulada Horas de la medianoche a la medianoche verá en la columna Horas de la puesta del sol a la puesta del sol, en la misma línea, el número 8, lo cual significa que es la octava hora del día, y en la columna titulada Martes, el nombre Marte, lo cual muestra que está bajo el dominio de ese planeta. Al consultar la Tabla de los nombres mágicos de las horas, encontrará bajo el número 1 el nombre Beron, y en la columna Martes, el nombre del ángel Zamael contra el mismo en la misma línea, mostrando que el regente de la hora es el ángel Zamael, y que su nombre mágico es Beron. Adelante, refiriéndose a la tercera Tabla, verá que el martes está bajo el dominio del planeta Marte, cuyo arcángel es Khamael, su ángel Zamael, su metal el hierro, y su color el rojo. Igualmente se encontrará que la hora de las 10 a las 11 p.m. en sábado es la sexta hora de la noche, bajo el dominio del Sol, que su nombre mágico es Caerra, y que la gobierna el ángel Michael; mientras que el mismo sábado está bajo el dominio del arcángel Tzaphqiel, del ángel Casiel y del planeta Saturno; su metal es el plomo, y su color el negro. El texto siguiente está tomado de los manuscritos siguientes, confrontados y comparados entre si’: Sloane 1307, Sloane 3091, Harleian 3981, Add. 10862, King 288, Lansdowne 1202. También se han hecho extractos del manuscrito Lansdowne 1203, que difiere considerablemente de los otros en el arreglo general, pero contiene material muy similar. En los casos donde los manuscritos varían unos de otros, he tomado la versión que parecía más correcta, en algunos casos mencionando las lecturas diferentes en notas al pie.
También, he corregido, donde ha sido posible hacerlo, los nombres hebreos en los encantamientos, ya que éstos estaban en algunos casos tan deformados que era muy difícil
reconocerlos; por ejemplo: estaba escrito Zenard, por Tzabaoth, etcétera...
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