LIBROS PROHIBIDOS
A lo largo de la historia humana han existido libros prohibidos.
Algunos fueron textos muy antiguos que se han perdido en las sombras de los tiempos, otros, de los que sólo se tienen referencias históricas, están quizás escondidos en alguna arquilla privada, y muchos otros fueron quemados por la intolerancia de una sociedad cegada.
Sea por una causa u otra, lo cierto es que esos conocimientos se extraviaron para siempre. ¿Podrían haber cambiado el destino de la humanidad? Es una pregunta sin respuesta.
Se dice que los libros prohibidos revelan los horribles secretos del más allá y las siniestras pesadillas de los muertos en su descanso eterno. La historia antigua da cuenta del nacimiento de una civilización prodigiosa que de la noche a la mañana pasó, de ser un pueblo de pastores, a convertirse en una superpotencia cultural cuyos portentos aún asombran al mundo.
La duda es: ¿Adquirieron los egipcios sus conocimientos de forma autodidacta o recibieron la instrucción de alguien? Si esta última hipótesis fuese cierta, también se da como verdadera la leyenda del Libro de Thot. En él, los dioses o los seres a quienes los antiguos egipcios tomaron por divinidades, plasmaron los conocimientos necesarios para crear una nueva civilización.
Thot fue representado como un ser humano con cabeza de ibis. En sus manos sostiene una pluma y una paleta con tinta, como si fuera un escriba del país de los faraones. Era el secretario de los dioses, y por tanto, el encargado de transmitir sus conocimientos a los demás mortales.
Inventó la escritura, y sus signos son un mono y una luna. Según la antigua tradición egipcia vivió en la hoy desconocida ciudad de Hermópolis, donde posiblemente su preciado libro acabó sepultado.
El primer texto conocido en que se hace referencia a este manuscrito es el papiro de Turis, publicado en París a finales del siglo XVIII. Aquí se describe el intento de asesinato de un faraón a través de fórmulas mágicas extraídas de las entrañas del Libro de Thot. El monarca, indignado por la conspiración, mandó quemar el polémico texto además de ordenar la ejecución de cuarenta nobles y ocho damas involucradas en tan turbio asunto.
Más tarde, en plena Edad Media, son muchos los magos que afirmaron poseer el famoso libro, del cual extraían sus hechizos y sortilegios. Entre los saberes que figuraban en este manuscrito se encontraba la capacidad de comunicarse con los animales, e incluso las fórmulas necesarias para resucitar a los muertos.
Muchos eran los objetos mágicos que podían crearse con dicho manual, entre ellos el fabuloso Ankh-en-maat, un espejo que reflejaba todo lo negativo y pernicioso de aquellos que se atreviesen a poner su rostro ante él.
Otorgaba, además, la posibilidad de comprender el funcionamiento de la Tierra y las estrellas, así como el entendimiento de todo lo que podemos considerar como sobrenatural. Es normal, por tanto, que fuese una obra muy codiciada.
Con algo más de fiabilidad, durante el siglo XVIII, es probable que ocultistas de reconocida fama llegaran a ver una parte de este libro. El escritor Antoine Court de Gébelin defendió haber tenido entre sus manos parte del texto egipcio original, y según su relato éste no era más que la descripción de los arcanos mayores del tarot.
En el mismo siglo otro conocido experto en ciencias ocultas, Alliete, llegó incluso a publicar cuatro obras sobre el legado del dios escriba.
Ninguno pudo demostrar jamás tales hechos, aunque si es posible que el tarot formara parte del Libro de Thot. No en vano estas cartas, como otros tantos artes adivinatorios, representan en sí una cosmogonía. Así, según sean unos u otros los naipes que salgan en el juego, tendremos a favor o en contra determinadas fuerzas de la Naturaleza.
Desde el siglo XVIII hasta nuestros días hay un buen trecho de tiempo y de silencio. Si el conocimiento de este libro reposa en alguna biblioteca oculta, su dueño prefiere mantener sus secretos a resguardo.